Santi es un joven en apuros que, de la noche a la mañana, se vuelve rico. Muy rico. El problema es que lo “mejor” que podrá hacer es no contárselo a sus amigos. Y mucho menos a su pareja, claro / NR-16. +
Sin un duro en el bolsillo y a punto de separarse de su esposa Maite, la vida de Santi parece haber tocado fondo, hasta que se convierte en el afortunado ganador de la lotería. Solo hay un problema: si no quiere tener que darle la mitad del premio a Maite, tendrá que ocultar su suerte a todo el mundo, incluidos sus amigos y familiares.
Para disimular la farsa, acepta un trabajo de reponedor en el mismo supermercado donde trabaja su esposa Maite, quien está comenzando una relación con el gerente, Mario “el mantecas”.
Santi comienza a gastar en productos de lujo, pero se ve obligado a esconderse o a mentir para que nadie descubra su secreto.
Santi junto a su cómplice, el director de la sucursal bancaria, idean un plan para que sus amigos puedan tener un estilo de vida más acorde al suyo. En primer lugar hacen creer a Pedro que su belleza merece un contrato publicitario por un millón de euros. Luego simulan que Marcos es el beneficiario de una herencia familiar por valor de otro millón.
Mientras, el padre de Maite no para de encargarle a Santi la compra de productos de lujo como si fueran vulgares imitaciones.
Al final Santi confiesa el premio mientras caen al mar con un cochazo recién comprado.
Parece que el dinero caído del cielo destroza las vidas de sus amigos Marcos y Pedro. A Santi tampoco le van bien las cosas e intenta hacer ver a Maite que su jefe pretende cerrar el supermercado.
Una vez que se descubre la farsa, Santi decide darle la mitad del premio a Maite, firmar los papeles del divorcio y rescatar al supermercado… ¿cómo actuará ella?
Por lo general, sí: tienen la ilusión de salir de los apuros, aunque la “esperanza matemática” de esos juegos es siempre negativa (pérdidas). Además, si ganan un gran premio, en pocos años suelen perderlo todo y acabar incluso en peor situación financiera.
En general, sí. Las grandes fortunas, aunque les sobre el dinero, suelen disfrutar de privilegios al ser clientes de tiendas y empresas, que incluso les pueden regalar los productos. ¿Quién acabará pagando esos gastos? probablemente están incluidos en el precio que pagamos el resto.
Está claro que cuando dispones de algo en abundancia, también dinero, dejas de apreciarlo y lo desaprovechas más, pero también te vuelves más egoísta. Aquí puedes ver diversos estudios de cómo la riqueza provoca cambios -a peor- en la personalidad: +
Según la película, unos pocos productos se disfrutan en soledad (sabor, descanso…), pero en otras ocasiones parece necesario que otras personas te admiren y se sientan inferiores. ¿Puedes lograr que te admiren por tus esfuerzos y por tu personalidad?
No siempre, el precio se decide según la “imagen” que se quiere transmitir. Un precio alto puede hacer que las ventas se disparen más que si el precio es barato. A veces las imitaciones pueden tener un coste de fabricación muy similar, y por supuesto, pueden dar la misma o mayor satisfacción que los productos caros.
Hemos visto compras ruinosas, pero también consumo de drogas, velocidad y descontrol al volante, alimentación con tendencia al exceso, etc. Si cambias tus hábitos a peor, el resultado será seguramente malo ¿no?
En la película se muestra lo contrario: hay insatisfacción cuando no se comparte la riqueza. Además se muestra que hay personas “interesadas” que solo se acercan al rico para aprovecharse de ese dinero…
Como siempre, las decisiones dependen de la personalidad y de muchas otras circunstancias. Hay gente que solo piensa en su propio beneficio y despiden a sus empleados, otras personas deciden prescindir de parte de la plantilla, y otras deciden repartir los daños de forma solidaria entre la propiedad y los trabajadores. Las “cooperativas” siguen este último modelo.
Quizás las generaciones más mayores tenían menos reparos en reírse de la gente que tiene algún rasgo físico diferencial, pero este tipo de humor es cada vez menos aceptado si el público siente empatía y sabe ponerse “en la piel” de las víctimas de insultos y vejaciones.