Los gemelos vecinos de habitación invitan a los protagonistas a unos pastelitos, que resultan estar repletos de la droga, y en pleno colocón deciden visitar la fraternidad para colocar cámaras ocultas. Luego ambos son secuestrados y sometidos a novatadas universitarias para ser admitidos en la hermandad. Un día de puertas abiertas para las familias, Schmidt conoce al padre de la chica con la que se acostó y se lleva una gran sorpresa. A continuación el capitán de policía revela que el departamento ha gastado todo el presupuesto de la misión, y que van a tener que resolver el caso cuanto antes.
Entre Schmidt y Jenko vuelve a haber una “crisis” y deciden investigar por separado.
Coinciden luego en el despacho del psicólogo, quien acaba creyendo que ambos son una pareja gay que quieren recuperar su idilio.
Tras atar cabos, comprenden que la chica muerta por sobredosis no era una cliente, sino la traficante, y que usaba los libros de la biblioteca para entregar la mercancía.